Tenía preparado otro tema, pero las circunstancias ni siquiera me obligan, más bien siento la necesidad de escribir sobre esto.
Terremoto en Chile, uno de los más grandes de la historia, ciudades y pueblos en el suelo, miles de damnificados y cientos de muertos y desaparecidos hasta ahora, el país entero con la mirada puesta en la desgracia y muchos, muchos sin saber de sus familiares y amigos. Una vez más, la naturaleza hace valer su fuerza en nuestro país, cargando su mano en lo que es un suceso de dimensiones catastróficas, golpeando con violencia en el alma de millones de chilenos.
Estos eventos sacan a relucir lo que somos, como país y como especie, lo mejor y lo peor, se ven edificios nuevos cuyo destino inmediato es la demolición, esto nos lleva a los inescrupulosos constructores, que cobran millones por cubículos rellenos con yeso, sinverguenzas que de seguro viven en lugares más amplios y que obviamente no construyen ellos mismos ni sus empresas.
Así como hablamos de las deficiencias en las construcciones, también es inevitable mencionar la deficiencia en la especie: todos hemos visto las imágenes de saqueos a supermercados, los oportunistas de siempre, los que averguenzan al país, la escoria de nuestra sociedad, aquellos, la mayoría que en su vida diaria quiere ser un ejemplo para su familia y sus hijos, ven la oportunidad y sus instintos más bajos se hacen presentes, roban, por que no es otra cosa lo que hacen sin descaro, sin conciencia, sin pudor, se amparan en la necesidad la cual no es tal si vemos como se llevan televisores, lavadoras y refrigeradores ¿comerán kilos de detergente? ¿con la misma cara mirarán a sus hijos si es que tienen? ¿a sus madres? Algunos incluso salían tomando cerveza, ¡es el colmo! piden ayuda y protestan por que no les llega pero son incapaces de ayudarse ellos mismos y a sus semejantes, en lugar de delinquir podrían estar buscando sobrevivientes, podrían estar ayudando a poner de pie al país, pero no lo hacen, por que su naturaleza es pedir o robar, lo repito, son una verguenza para el país y para la especie, me producen una mezcla de asco y rabia.
Todo lo anterior contrasta notablemente con los miles de compatriotas que con su espíritu herido, con sus casas derrumbadas o bajo el agua, han logrado estar por sobre la catástrofe y en medio de las lágrimas saben que pueden surgir, claman por que alguien llegue a darles una mano, pero al mismo tiempo trabajan para que la miseria en la que quedaron sea más digna. Esta gente orgullosa da signos de superación, saben que lo material es importante pero recuperable y son lo mejor que tenemos. No podría decir que es mejor quedarnos con eso, por que sería ignorar a todos los abyectos y desquiciados que han generado el caos innecesario y han provocado un segundo terremoto en el país.
domingo, 28 de febrero de 2010
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